Podredumbre social
Ahora cualquier individuo puede subirse al púlpito de Internet y soltar por su boquita de fragua el fuego de sus palabras como si fuera el oráculo y no hubiese otra verdad que la suya, aunque lo que diga sean memeces, el mayor de los despropósitos o vómitos verborreicos. Y sus seguidores, por miles, no solo…