Presentación

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Pensar que el mundo va siempre a mejor alimenta el buen ánimo. Aunque podría ser también muestra de ingenuidad. En todo caso, no quedará más remedio que seguir caminando, porque, por encima del optimismo-realista que conducirá al pesimismo, está la decisión de avanzar. Trabajar para que la gente sea más feliz cada día y más libre; ese es el objetivo.
Configuran el motor de la vida la pasión, el entusiasmo y, ¡como no!, la imaginación. Y siempre la acción… Esa lucha sin tregua que nos llevará a hacer realidad nuestros sueños.
Internet está aquí para que cada cual pueda expresarse como le plazca, sin faltar. A través de él me asomo a esta gran plaza, antaño conocida como el ágora o la asamblea, a la que acudían sólo los hombres (las mujeres no existían todavía en el espacio público) a dirimir sus conflictos, dudas filosóficas y preocupaciones.
Yo acudo ahora a este foro para plantear preguntas, para otear horizontes. Tampoco eludiré dar mi opinión o mis propias respuestas.
Gente Peligrosa intentará ser coherente. En esta web practicará la tolerancia cuando se trate de comprender a los otros, pues todos sabemos que la verdad absoluta no existe y que hay muchos moldes para explicar al ser humano.
Pero tampoco renunciará a su vocación de web disidente. Sí, disidente. Siempre hubo personas que optaron por pelear «contra el mundo» para revertir lo convencional; que eligieron caminar por el borde del precipicio y practicaron la trasgresión con el fin de provocar a las masas y a los que postulaban un pensamiento uniforme. Y, aunque muchos perecieron en la lucha, gracias a ellos, la sociedad ha seguido avanzando y evolucionando hacia horizontes más libres. Aunque, es cierto, aún falte un largo camino por recorrer. La humanidad está todavía en los albores de su liberación.
A finales del siglo XVII surgió un movimiento en Francia e Inglaterra, la Ilustración, que proponía la Razón como el camino a seguir para que la especie humana alcanzase, en última instancia, la felicidad. Para ello, los ilustrados sugirieron acabar con los dioses, con las religiones y con todas las trampas que éstas habían ido poniéndole a la gente hasta hacerla infeliz. Esta página es un homenaje a todos ellos; a aquellos disidentes que, por encima de todo, anhelaban nuestra «conversión» en ciudadanos, ¡ciudadanos! No en monigotes… como entonces y ahora eran y son los humanos en manos de reyes, sacerdotes y poderes financieros.
Es cierto que el poder conservador acabó fagocitando muchos de aquellos anhelos, pero el espíritu y las enseñanzas de la Ilustración prevalecen; siguen vivas.
Todavía hoy, uno de los pilares que sostiene al Poder es la religión; cualquier religión. Aquí, como la Ilustración, proclamamos que el camino más recto y seguro para lograr la felicidad es abstenerse de credos. Sí, ya sé que esto implica esfuerzos ingentes. Pero también fue difícil para los intelectuales y pensadores del siglo XVIII, y de quiénes les siguieron, superar aquella confrontación de pensamiento e ideas, que a la postre alumbró una Ilustración radical, basada en el ateismo, la pasión y la empatía, y que llevaría a una parte de la sociedad de la época a creer que por fin el mundo sería gobernado por la Razón y no por la Fe.
Por desgracia ya se ve a dónde ha llegado este mundo tras el triunfo conservador. No hay más que observar los gobiernos, los entramados financieros o los poderes religiosos, para darse cuenta de que la sociedad, como un barco encallado, sigue atrapada en sus miedos. El miedo a la libertad y el miedo a la muerte; una doble y tupida telaraña, tejida entre ambos conceptos, que nos impide respirar; una trama emocional que nos agobia hasta asfixiarnos en vida. Y todo porque anhelamos llegar a un lugar que no existe: ese Cielo…
Pero se trata de vivir. Vivir, con mayúsculas. Por eso Gente Peligrosa caminará sin levantar el pie de la tierra, eso sí, sin renunciar a los sueños. Así pues, que sea esta web un nuevo río librepensador por el que navegue el deseo que nos liberará del miedo que entraña la lucha por la libertad.
Desgranaré aquí retazos del tiempo vivido. Tiempo que, como ocurre en todas las vidas, ha escrito también su propio libro. Empecemos…