Extraños guerreros en el paraíso

El calor aprieta. El ciego sol se estrella… Pero no en “las duras aristas de las armas” como señala Manuel Machado en su poema Castilla, al narrar la épica del destierro que sufrió el Cid. No; el sol restalla aquí, al mediodía, en las pancartas y banderas, en los sombreros de paja, en las máscaras antinucleares, en las gorras de todos los colores, en los pañuelos y turbantes que envuelven las cabezas, en las caretas antimina, en los paraguas con los que las campesinas castellanas se protegen del fuego solar…

Los vecinos de los pueblos del oeste salmantino, convocados por la plataforma Stop Uranio, salen a la calle una vez más y se reúnen en la rotonda que divide la carretera N-620 y la SA-215 en la Fuente de San Esteban, un páramo que simboliza la soledad y el abandono que sufren estas tierras por parte de la administración y la justicia. Y para muestra un botón: se han arrancado ilegalmente 2.000 encinas centenarias y todos callan.

El futuro se conquista ahora./ Foto JM
El futuro se conquista ahora./ Foto JM

Se han citado aquí para defender su tierra, para explicar a quien quiera oírles que es un crimen permitir la apertura de una mina de uranio a cielo abierto en este paraíso que conforman los bosques de encinas y de robles, los ríos limpios y el ecosistema equilibrado de las dehesas.

No se puede permitir que una empresa (Berkeley) a la que solo le importa el dinero, sin pensar en el daño que causa –eso, sí, justificando su acción con “los empleos que crea” (dice) pero no contabilizando los cientos que destruye– arrase, literalmente, una comarca entera. Una comarca que, gracias al abandono secular del poder político ¡oh bendita paradoja! es hoy una región envidiada por media Europa. Y gracias a esto, precisamente, su estado de conservación es casi virgen en encinares, robledales, dehesas, barrancos, cañones, roquedales de granito…

Mientras los viajeros que visitan la región retornan admirados a sus casas, relatando maravillas y dando cuenta de las cosas extraordinarias que han visto por aquí, algunos moradores locales, envenenados por especuladores sin escrúpulos y por políticos corruptos, venden su patrimonio por un plato de lentejas.

Entre tanto, los herederos más leales de esta tierra, los que la miman, cuidan e intentan que florezca, aplastados por el inclemente rachisol, dan vueltas un mediodía de agosto a la rotonda de la Fuente de San Esteban. Y, aparte de consignas: “¡No a la mina, sí a la vida!”, “¡Berkeley minera del campo charro fuera!” o un sencillo “¡Mina no!”, estos luchadores incansables -llevan ya una década de lucha-, comparten el tiempo de protesta conversando sobre la riqueza forestal y ganadera que atesora su tierra mientras presumen de una fauna rica en aves rapaces, cigüeña negra o de esa sarda salmantina, que es autóctona de aquí.

Son los olvidados, los desheredados del sistema; la gente buena que se ha hartado de callar cuando comprueba como una Administración, la Junta de Castilla y León, emite el dictamen de Impacto Ambiental Favorable a un proyecto minero que atraviesa un río, el Yeltes, protegido por las leyes europeas; cuando ve como una de las pocas industrias que existen en la zona, el Balneario de Retortillo, con más de cien años de existencia, tendrá que cerrar si se abre la mina, que está a escasos 200 metros del yacimiento; cuando hay un ferrocarril, el que va de Boadilla a la portuguesa Barca de Alba, abandonado y degradado, pero declarado Bien de Interés Cultural (BIC) por Consejo de Ministros en el año 2000.

Ellos son también a los que, ahora, una empresa minera pretende expulsar de la tierra de sus antepasados y dejarles sin oficio. Son agricultores y ganaderos que no podrán sobrevivir si se llega a abrir la mina. Mírenles cómo dan vueltas (que es su forma pacífica de protesta), cómo gritan sus consignas, cómo resisten y aceptan pacientemente el fuego que envía el sol. Lo hacen porque saben que la razón les asiste, porque no dudan de que la batalla al fin la ganarán.

Es casi seguro que la apertura de la mina acabará on innumerables esplotaciones ganaderas./ Foto J.M.
Es casi seguro que la apertura de la mina acabará con innumerables explotaciones ganaderas./ Foto J.M.

Los vecinos de Boada, Villavieja de Yeltes, Villares de Yeltes, Retortillo, Bogajo, El Cubo de don Sancho, Yecla, Pozos de Hinojo, Escuernavacas, Lumbrales y un largo etcétera hasta completar más de medio centenar de pueblos siguen gritando “¡Justicia!”, “¡Queremos justicia!”

Y abrasados por el sol, exhaustos, a punto de deshidratarse, sedientos… como en el poema de Machado, siguen clamando contra la sinrazón…

Y apelan a la Unión Europea y a la sensibilidad de los pueblos de Europa que luchan contra la degradación del medio ambiente. Y avisan entretanto a Portugal, país vecino, que, apenas a 50 kilómetros del yacimiento minero, sufrirá las consecuencias si llega a abrirse la mina y se produce una fuga de agua con residuos radioactivos al río Duero, ¡que tarde o temprano siempre ocurre, por más que lo nieguen las empresas mineras!

Entonces, el mágico río Duero, uno de los pilares que sostiene la economía portuguesa, terminará envenenado y adiós vinos de Oporto, adiós a los fados que alaban la belleza de este enclave portugués, adiós al cañón de Las Arribes, pueblos como el de la Fregeneda o a los muelles de Vega Terrón en los que nace la única ruta navegable que esta tierra tiene para llegar al mar… Un ruta proclamada con orgullo por algunos soñadores como el único camino que une a Castilla con el mundo.

 

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4 comentarios Añade el tuyo
  1. Desde la Celtiberia vaciada, estoy totalmente de acuerdo con tu dolorida y entrañable exposición de un hecho salvaje, como está siendo el intento de la explotación de la mina de uranio, apoyada por políticos ineptos y tramposos

  2. Mi apoyo a esos «guerreros» defensores de la naturaleza.
    Gracias, Joaquín, por ocuparte de destacar la importancia del caso.
    Un abrazo.

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