El moño de Macarena

–¿Y tú, por qué votas a VOX? –le preguntó, mi amiga, a la reponedora del supermercado, con la que después de tantos años tiene cierta confianza, además de compartir confidencias sobre plátanos, pepinos, calabacines, brevas, frutos rojos y otras exquisiteces de la huerta.

            –¿Yo? ¡Porque es tendencia! –le respondió, rotunda, Mariluz, asomando la cara, enrojecida por el esfuerzo, entre dos pilas de cajas a rebosar de frutas y verduras.

            ¡Hostia, tú…!

            O sea, que Vox ahora es tendencia. Y por eso vota la gente a estos parásitos. ¡Manda huevos!, como dijo aquel.

            Claro, como Vox marca tendencia, es natural que lo vote la clase trabajadora… O los millennial esclavos embutidos en sus trajes con los que curran de sol a sol.

            Ciertamente, había oído argumentos peregrinos, como el de “la reconquista de España” que predica ese vago redomado que es el Marqués de Mío Cid. Argumentos como que “la violencia de género no existe”, al que se aferran machos patriotas para seguir maltratando cuando y como quieren. Argumentos como “el derecho” que tenemos los españoles a seguir siendo salvajes mientras asistimos a las corridas de toros, montamos jolgorios a las cuatro de la mañana, o nos vamos de caza por ahí, a hacer lo que nos dé la gana. El argumento de “¡a Cataluña ni agua!”, también les vale. Y otros aún más cínicos, verdad, como el de que “los inmigrantes nos roban y son los culpables de todos nuestros males.”

            Sí, Vox propone unos argumentos que, si los piensas bien, nos llevan directamente a las cavernas o a besarle al curala mano, como antaño, cuando te tropezabas con él por la calle. Pero lo que nunca imaginé es que la gente votase a esta secta por “tendencia”. Cómo esta pandilla de cínicos y charlatanes puede “ser tendencia”, a decir de la reponedora de un supermercado. Quizá tuvo una pesadilla tras embobarse viendo la televisión; quizá, un trastorno pasajero. Cierto es que los humanos perdemos el oremus fácilmente. ¿No nos compramos un pantalón hecho jirones? Y bien está que lo compre la niña rica a la que le sobra el dinero, pero que lo compre una persona a la que no le alcanza el sueldo… ¡Pues se lo compra! ¡Ah, pero es tendencia! ¿Tendencia o estupidez? No, no, es que es la moda. Bueno, usted sabrá qué es… Pero, por favor, ¡use el cerebro!

            Pues ocurre igual con Vox. Porque no me negarán que resulta sorprendente que uno vote a quien le odia, o a quien, en cuanto acceda al Poder, te arrojará a los leones. Porque conviene no olvidar (sobre todo las mujeres) que, para esta secta, las personas somos cosas; cosas que utilizarán, según convenga, en su beneficio.

            Mas que no falten tendencias; he aquí otra:

            La que está implantando ya, en Andalucía, doña Olona, La Divina. Vean esa carota relavada, de pan de molde, que exhibe la abogada en los carteles de la propaganda electoral; vean como le luce ese pelo de plexiglás, y ese moño oculto con el que anhela comerciar en el Hospital de las Cinco Llagas (Parlamento de Andalucía) coronándolo, ¡seguro!, con un rosetón rojo, rojo, de claveles rojos.

            Porque ella si que es andaluza de sentir. Por los cuatro costados, oiga. En cuerpo y alma, dice. “Soy toda vuestra”, sonríe. Como si su madre la hubiese traído al mundo en el barrio sevillano de Triana o en el granadino del Albaicín. ¿Qué importa que naciera en Alicante y no haya pisado, prácticamente, Andalucía? Lo que cuenta es que aquí marca ya tendencia con su  moño. El moño que te hará feliz, podría ser el eslogan.

           Y luego está la Reconquista que empezará también aquí. Ese viaje sin retorno, envuelto en caspa y naftalina por la España Eterna, junto a su amado líder, el Marqués de Mío Cid.

            Que usted lo piense bien.

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Nota.- La foto es del cartel electoral de Vox en Sevilla, Avda. de Malága./ Foto JM

2 comentarios Añade el tuyo
  1. ¡Qué bien lo cuentas, Joaquinito!
    Pero, desgraciadamente, en este país hay mucho necio y no veo solución; al menos, a corto plazo.

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