Mamá, hay un ruiseñor dormido en la alfombra
Huyendo del viento y la lluvia, el ruiseñor se refugió en la chimenea sin percatarse de que podía resbalar y caer al abismo. Así llegó hasta el salón. Entonces tuvo la oportunidad de explorar cada rincón de la casa: olisqueó las macetas, degustó algunas migas de pan en el suelo, bebió del agua que goteaba…