Madeira, el jardín vertical infinito
4. Por los abismos volcánicos
Amanece. Comienza nuestro segundo día en Villa Camelia. Cuando bajo, África está, como ayer, desayunando en el porche su tazón de café americano y su tostada con aceite. Le pregunto, como si no le diera importancia, si ha visto al conejo. Empiezo a sospechar que mantienen un idilio. –Sí, vino hace un rato, pero…