La deserción del presidente
Cuando desperté, el Simancón estaba allí. Eran las dos de la mañana y me acordé de Monterroso y su dinosaurio. A las siete tendría que estar en pie y temí no volver a dormirme. ¡Qué sería de mí! ¿Podría alcanzar la cumbre? Dos años hacía que no iba por esos montes en los que tanto…