Puntualmente, con la precisión del samuray en el ritual del harakiri, el gallo Pipo, ojito derecho de la beata Rosalinda, entona su primer quiquiriquí a las seis menos diez de la mañana. (Lo he cronometrado)
Repite el canto cada doce segundos. Ocho veces. Luego descansa un minuto más o menos y entona cuatro veces más.
Le responde Filiberto, desde el otro extremo del pueblo, el capón de doña Eustaquia. Pero este solo canta un par de veces; a lo sumo, suelta tres quiquiriquíes. Desde lejos, percibo poca gracia en él y que aún está dormido. Quizá le falte voluntad y le sobre pereza. Hay que comprenderlo, es aún tan temprano…
Pero es demasiado tarde ya para volver a los abrazos de Morfeo. El silencio ahora es una orquesta de sonidos.
Porque enseguida se arranca el perro de Serafín ladrando al aire. Y este le sigue el chucho de Marcial, y después entonan otros, hasta que se pone en pie de guerra la perrera que hay en el Corral del Potro.
Despierta Perniculás pues, y el búho se retira a su agujero y otro tanto hace la zorra. El cárabo, agotado por una noche intensa de aventuras y cacería, desaparece. Amanecen las palomas revoloteando en la alameda para espantar el frío, y en el tejado, los gorriones remueven las tejas, ateridos. La lechuza hace rato que se fue a dormir.
Se acerca el día, sí, aunque aún falta hora y media para que salga el sol.
Pero es imposible dormir ya. Y entonces me pongo a recordar a los fantasmas que se fueron o a aquellos que habitan en el pueblo, escondidos en las ruinas. A todos aquellos que murieron y que siguen sus ánimas aquí. Recorro cada calle, cada casa derruída; cada rincón atrapado en el olvido… Y me entretengo conversando con unos y con otros, a los que mi memoria recrea con asombrosa nitidez. ¡Parecen vivos!
Una vez más, el eterno Pedro Páramo revive; Perniculás es mi Comala… ¡Me despierto!
Precioso texto. Muy evocador!
Buenos despertares mañaneros.
Tu relato, amigo Joaquín me transporta a mi infancia, cuando aún no se había iniciado el fenómeno migratorio en los pueblos de Castilla. Me de regreso a mi “patria”.
Un abrazo