La mano de Dios

Todo se enredó para que Dios interviniera. Tuvo que ser el fontanero Alberto Casero (PP), bruñidor de componendas en el partido e investigado por un posible delito de prevaricación continuada, o sea, por hacer de su capa un sayo o, si se quiere, por saltarse la ley a la torera y favorecer a sus amigos cuando era alcalde de Trujillo, el que metiese la pata.

            Lo que ocurrió, visto desde un plano terrenal, es que el señor Casero, habituado a hacer lo que le da la gana, no se concentró en el tema. Y esto es lo que le pasó el jueves 3 de febrero de 2022, exactamente. Un día para no olvidar por lo ocurrido. Un día de tramposos, mentirosos y traidores en el templo de la democracia… Pero estábamos hablando del angelote de los rizos, mofletes y ensortijados, el ínclito Casero. Este señor, habituado a percibir que lo que hay en España es suyo –pensamiento que comparte con la mayoría de correligionarios del PP– daba por hecho que el ordenador le obedecería por ciencia infusa, que el botón de apretar y la botonera de meter funcionaban de forma automática, que el sistema informático del Congreso de los Diputados, el palacio de las Cortes y hasta la misma patria España… Todo, todo era suyo o lo sería tras sumar a su favor. ¿Entonces, por qué preocuparse?

            Este señor, digo, apretó a voleo la tecla, equivocándose, y, mira tú por donde, gracias a su soberbia, la reforma laboral quedó, como suele decirse, servida en bandeja y a merced del enemigo. Porque enemigos son de él, y de España, por supuesto, todos los que no piensan como las huestes del Partido Popular. Pues, siendo el territorio carpetovetónicos su finca, en la que cabalga a sus anchas el Cid Campeador, pelea a brazo partido don Pelayo en líos con la Santina, vuelven los Tercios de Flandes y arraigan santas Teresas por doquier, nunca podrá permitirse que a esta que llaman piel de toro, invocando a rancios ancestros, la gobiernen otros.

            Pero no nos engañemos, lo ocurrido en la votación, ya archifamosa, para aprobar la reforma laboral hay que verlo con los ojos de la fe y no con lo que te pide el cuerpo. Ha sido Dios a distancia, sirviéndose del ángel de la guarda del diputado extremeño, el que le ha guiado el dedo al tirinene hasta apretar la tecla errónea y provocar el lío. Sí, el ángel del Supremo Hacedor parece que ha hecho magia… Todo para que los pobres españolitos que no llegan a fin de mes puedan tener un respiro, aunque sea corto y coyuntural.

            En fin, que el Dios de los Populares les ha armado una buena. No el pobre diputado cacereño, como piensan sus correligionarios cargando ahora las tintas sobre él, dispuestos, incluso, a despellejarle. ¡Pobre Casero! ¡Pero si el angelote es un bendito! Miren más bien hacia Dios para entender lo sucedido.

            Que parece que a Dios se le ha agotado la paciencia. Y ya no está dispuesto a ir mucho más lejos con el PP, tras este rapapolvo. Por eso, señor Pablo Casado, no culpabilice a su amigo, no le anime a que mienta, aplíquese a hacer penitencia y acto de contrición; mírese hacia dentro y reflexione sobre lo que ha ocurrido, no vaya a ser que le pase a usted lo que le pasa a la tuerca cuando se ceba con un tornillo: que se pasa de rosca… Y esto es lo que, da la impresión, le está pasando a su señoría y le puede pasar al PP.

            Que Dios no es tonto, y de vez en cuando avisa.

            Vaya cagada la del jueves, 3 de febrero de 2022, verdad. ¡Sí, el fiasco ha sido homérico!

 

2 comentarios Añade el tuyo
  1. A veces es oportuno poner un poco de imaginación y sentido de humor para analizar los echos políticos. Desviarse de la senda trazada por los periodistas habituales para abordar la realidad desde otros parámetros. Y Mayordomo sabe hacerlo

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