La España ideal

Lo ideal sería que los pobres se muriesen y desde la tumba siguiesen trabajando para que los ricos disfrutasen de una Educación Concertada, si es lo que desean, y de una Sanidad Pública estupenda, ambas GRATUÍTAS. Que el Estado fuese el pagano, claro; eso sería lo ideal.
Ese Estado (liberal) con el que se les llena la boca, es al que ahora le gritan para que intervenga y les financie sus hoteles mientras tienen a buen recaudo, en paraísos fiscales, los muchos beneficios que obtuvieron en la época reciente de vacas gordas. Patalean ante el Estado esos restaurantes que pagaban impuestos por diez mesas en la terraza y tenían veinte. Y lloran dos peluqueros (a los que conozco) que cada fin de semana viajaban a distintas capitales de Europa, a despilfarrar los magros beneficios, y ahora dicen que están arruinados…
Pero yo solo quería escribir un par de párrafos sobre la Educación Concertada y sobre la Sanidad Pública.
Estábamos el domingo por la mañana tomando un café en una terraza (con la correspondiente mascarilla, distancia, etcétera) después de despedir en el cementerio a un ser querido, solidario y generoso como pocos, un ser excepcional, de esos que no abundan… Y una buena amiga dijo, a cuenta de la experiencia que estábamos compartiendo en ese momento:
“Lo ideal, lo ideal sería tener un seguro privado para esas cosas de poca importancia (oftalmólogo, revisión ginecológica, podólogo…) y una Sanidad Pública gratis para las cosas importantes”. “Y aún sería más “ideal”, pensé yo “que todo esto lo pagasen solo los pobres”. ¡Santo Cielo! Y esta reflexión la hacía una persona que había recibido ayuda y múltiples gestos de solidaridad en no pocos momentos de su vida.
No daba crédito a lo oído y me invadió la tristeza… Pero hete aquí que en ese instante llegó una ola de ruido, cláxones, eslóganes, globos naranja, motos, coches de alta gama… Una caravana de “gente triunfadora” (se les veía contentos) despilfarrando combustible y contaminando la ciudad. “¡Libertad para la escuela concertada!”, gritaban… Y a mi amiga, pensé, deberá parecerle también bien este jolgorio, porque, LO IDEAL, LO IDEAL… es eso: que el Estado pague el negocio que algunos pretende hacer con la educación (de hecho lo hacen), que le dé suelo gratis para hacer SUS colegios, que les deje hacer lo que les dé la gana, en definitiva, como establecer cuotas “voluntarias” para actividades extraescolares, y el que no pueda pagarlas que se vaya a la escuela pública…
No me extiendo más. Lo dicho, lo ideal, lo ideal es que los pobres se mueran o, mejor, que no se mueran y los encierren en un gueto, y desde allí salgan a trabajar 10 horas diarias por un contrato de media jornada (4 horas), y que curren, sí, que curren para que esos sinvergüenzas sigan contaminando la ciudad con humos y con ruidos, mientras engordan sus cuentas corrientes a costa de ese Estado al que llaman comunista, bolivariano y no sé cuantas estupideces más.
Y a la escuela pública… ¡qué le den…!
Pero no a la Sanidad Pública, ¡ea!, que a esa estos liberales SÍ la necesitan. Que estos ojitos míos han visto en los últimos meses varios casos similares: esa señora a la que la clínica privada, además del ramo de flores y el hilo musical que le puso en la habitación, le aconsejó que se fuera a un hospital de la Seguridad Social porque allí «la atenderían mejor».
En fin, hoy está un día hermoso de otoño: ¡sigue lloviendo!
¡Salud!

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