Me interesaban más los libros que el arado; más los sueños que me transportaban a la Isla del Tesoro o a las Minas del Rey Salomón, que regar y cavar berzas, apacentar las vacas, ir a echarle de comer a los marranos al Vasito o cuidar de la boyada en el rastrojo del verano mientras aprovechaban las últimas espigas…
Ahora, todo aquello es un mundo anclado en el recuerdo y el olvido; un mar de misterios que intento descifrar y me apasiona.
Mas la imaginación vuela, y viste al libro de la vida de colores y añoranzas; todo es dulce al recordar. Y no hay berzal ni sementera, ni huerta sembrada de patatas que cavar, sino un cuadro de espigas amarillas de Van Gogh, un piélago inundado de jacintos de Renoir, un jardín umbrío de Monet.
Ahora los días pasan lentos y son un carrusel; un rosario fascinante de recuerdos… Una retahíla de emociones que se agolpan. Recuerdos que chocan con la realidad de esta España vacía y vaciada, abandonada en beneficio de la lujuria del consumo, arrinconada por los gurús que creen que el mundo se reduce a un reducto amurallado en la ciudad.
Sí, quizá me compre un tractor viejo, uno de aquellos azules con ruedas coloradas, marca Ebro. O uno como el Saca amarillo de Agapito que duró tantos años y fue tan resistente que llegó a tener ronca la voz y barba blanca.
Sí, sí, un tractor que me transporte a la infancia para empezar otra vez desde cero y, por las mañanas, al despuntar el alba, entregarme como un monje al ritual de roturar el campo yermo.
Será como cerrar el círculo y nacer de nuevo. Una nueva vida para sentirme como un díos que renace para, siempre apasionado, sumergirme en la creación.
Querido AMIGO, bienvenido de nuevo a la ínfancia….
Al leerte vuelvo de nuevo a los agostos de mi pueblo, a ver a los pobres segadores trabajando de sol a sol, a verles dormir en los pajares con prohibición expresa de fumar…
Mientras tanto, yo disfrutaba trillando arrastrado por el viejo mulo Cañones….
Joaquín amigo, el campo es precioso, trabajar en el pienso que no tanto. Me viene a la memoria las palabras que escuché a tiempo cuando era joven a un viejo campesino, » niño, recuerda , el campo pa los lobos»
Querido que bonito escribes. Haces
posible soñar con ese pasado tan enriquecedor.
Ay! Joaquín . la tierra nos atrae. Es la infancia de los pueblos. Lo narras tan bello , tan vivo . un abrazo. Y me alegro que lo disfrutéis.
Es siempre refrescante leerte, y aumentan en esta ocasión recuerdos y alegrías vividos. Se trata de un nuevo reencuentro con la naturaleza fuera del ajetreo y el estrés de la ciudad. Gracias
Joaquín, graciascias por seguir dandonos estos momentos tan bonitos haciéndonos recordar lo q pensábamos q duraría siempre.
Un beso
Joaquín, gracias por seguir dandonos estos momentos tan bonitos haciéndonos recordar lo q pensábamos q duraría siempre.
Un beso
Qué Buenos recuerdos de aquellos largos días de nuestra infancia donde todo era previsible y normal, Las cosas, los trabajos se hacían porque alguien tenía que hacerlos, aunque siempre quedaba un resquicio para dejar volar la imaginación. Y algunos hasta conseguían hacer realidad lo imaginado.
Querido Joaquin: me alegra saber de ti, de tus sueños y de tus nostalgias. Bonito y sentido… como siempre. Un fuerte abrazo.
Siempre un placer leerte amigo Joaquín.
Un abrazo.
Qué bellas palabras Joaquín!. Y qué bien sabe lo que una misma cava y cultiva.!!.