Viaje al encuentro de ‘Hijos del Uranio’

Detrás del miedo está el mundo. Y más allá de esta puesta de sol, el misterio.

Por la carretera provincial SA 325 se llega a Perniculás, donde los protagonistas de los cuentos de Hijos del Uranio hacen de las suyas y viven las aventuras más sorprendentes que uno pueda imaginarse en una tierra de nadie, que, irremisiblemente, agoniza en la España vacía…

Hay un momento –apenas un cuarto de hora después de dejar la autovía A 62 para dirigirse a estas tierras ignotas– que la sensación que tiene el viajero es la de haber dejado atrás la civilización para penetrar por el túnel del tiempo.

Siguiendo la cinta de asfalto que muestra la fotografía, entre esos interminables robledales de la Zarza, avanzando rodeado de cercas y alambradas, con vaquerías y piaras de cerdos por todas partes, adentrarse en  ese territorio que envuelve la puesta de sol impresiona.

A medida que se apaga esa llamarada, la soledad y el silencio se apoderan del espacio. Una nube de inquietantes presagios abraza la noche y el monstruo de la radioactividad empieza a hacer de las suyas: los perniculasinos renacen más fuertes que nunca y, de la mano de las magas y magos que tanto abundan, se disponen a vivir más de cien años. Muchos ya lo han coneguido.

Así son las cosas por aquí…

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