Periodismo, la ‘prima donna’ que todos quieren llevarse a la cama

Muchas tardes, mientras escribía la información que saldría al día siguiente en el periódico, me llamaba, normalmente el jefe de prensa -a veces el de gabinete-, del consejero de turno, para sugerirme el titular que debía poner o para preguntarme cómo titularía la información. Recuerdo un día, estando de viaje, que sonó mi teléfono. “Ese titular que has puesto hoy no nos gusta, creemos que es injusto… Nos perjudica”, me soltó el jefe de prensa de aquel consejero, sin darme tiempo a saludar. “Ya. ¿Pero falta a la verdad? ¿No es correcto?”, le pregunté. “No, no es eso… El titular sí es correcto, pero no es el que ‘nosotros’ creemos que debería tener la información”, añadió. La información en cuestión hablaba de cirugía hospitalaria y de los tiempos de espera. El titular que “no le gustaba” al consejero de Salud hacía alusión al enorme número de pacientes que llevaban meses esperando ser operados. Obviamente, para el Poder es más importante que se loen sus triunfos que contarle a la opinión pública sus carencias. La conversación concluía siempre del mismo modo: yo invitaba a quien trataba de coaccionarme a que hablase con el director del periódico si no estaba de acuerdo con lo que escribía, porque, le explicaba, mientras tuviese libertad para ejercer el periodismo, trataría de ser lo más justo y ecuánime, respetando siempre los principios deontológicos de mi oficio.
¡Ay, el periodismo! El periodismo es como esa ‘prima donna’ a la que todo el mundo quiere llevársela a la cama. Estos días está en candelero la polémica sobre si el partido político Podemos coarta, presiona, amenaza… a la prensa o no. Todo a raíz del comunicado (en mi opinión, bochornoso) que la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) ha difundido alegando haber recibido una denuncia de un grupo de periodistas que aseguran ser víctimas de las reiteradas amenazas, en distinto grado, de algunos dirigentes de Podemos. Y la APM, ¡hala!, a tirarse a la piscina… Y se tira, como denuncia Ignacio Escolar en eldiario.es, incumpliendo los más elementales principios que han de regir para hacer buen periodismo; a saber: aportar datos que justifiquen la información que se da y darle a las partes implicadas la oportunidad de defenderse, recogiendo voces de al menos dos o tres fuentes. Pues bien, nada de eso ocurre en el comunicado de la APM.
¡Todo huele a podrido en Dinamarca!, que diría Hamlet. Sí, todo huele a podrido en este “nuevo” periodismo en el que informar no cuenta o cuenta poco. Lo que importa ahora es que el lector, espectador, oyente o quien sea, haga “clic-clic” sobre una noticia, aunque no la haya leído. Tampoco importa demasiado que la información en cuestión diga verdad, sea inventada, o que relate una verdad a medias. De hecho, una información en la Web de un periódico digital cualquiera, sobre el hundimiento de una patera por ejemplo, puede pasarse todo el día recontando muertos, sin llegar a dar el dato exacto hasta el día siguiente. Y si por la mañana eran 15 los ahogados –un suponer–, a mediodía pueden ser 20 para quedarse en solo 8 por la tarde. ¿Y qué importan los muertos si soy el primero en dar la noticia? Los muertos… ¡un dato sagrado en aquel periodismo de antaño que perseguía la verdad! Hoy la información no vale dinero, se da gratis aunque sea mala; lo que cuenta es el negocio… y cliquear. El negocio en este caso con lo que todavía, ¡todavía!, seguimos llamando información.

El cinismo del PP y PSOE
Pero no voy a escribir aquí, ahora, sobre el malo o el buen periodismo.  Mi propuesta es que reflexionemos sobre la intervención/presión que el Poder ejerce sobre este oficio; sobre todo a raíz de esa denuncia que algunos periodistas han hecho ante la APM alegando haberse sentido “acosados” por Podemos. Aquí sí que cabría aquel dicho de “el que esté libre de culpa que tire la primera piedra”. Ha sido de una impudicia que asombra el comportamiento del PP y del PSOE en este tema. ¡Cómo se han puesto a “ladrar” en cuanto la denuncia a la APM trascendió!
Mas, como soy periodista, sé de “buenas fuentes” que se dice, que las más altas instancias del Gobierno –en su día del PSOE y luego del PP– llamaban y llaman continuamente a los responsables de los más importantes medios de comunicación para ver “qué hay de lo mío”. “A ver cómo nos tratáis…” “A ver qué contáis hoy…”. ¡Tiene delito, pues, que populares y pesoes se rasguen las vestiduras criticando a Podemos! A los “novatos” de Podemos (discúlpeseme el adjetivo), seguramente, les han pillado verdes en este tira y afloja que tienen con la prensa cuando ven como algunos periodistas mienten a sabiendas o se inventan historias sobre ellos. Su indignación es comprensible. Y se les calienta la boca. Más de uno en Podemos ignora aún, supongo, que la presión desde el Poder a los medios de comunicación es tan sutil que ni siquiera el aire tiembla cuando este agita las zarpas.
¿Y de los periodistas denunciantes, qué decir? Deberían saber que esas presiones que dicen recibir van incluidas en el sueldo. Y que a ellos corresponde hacer bien su trabajo y sólo a ellos. Lo que ocurre, me temo, es que más de uno, en lugar de ejercer el periodismo ejerce de hooligan, sin importarle un comino si faltan o no a la verdad. La presión al periodista forma parte del oficio y, como me dijeron una vez cuando me quejé a mi superior de las presiones que sufría, “tú”, me aconsejaron, “aplica la filosofía del pez: sangre fría y que lo que te incomoda te resbale”. En fin, es lamentable lo que está ocurriendo hoy con el oficio de informar. El último capítulo que se está viviendo en el periodismo (aunque este es otro tema y, sin duda, motivo para otro artículo) es el de la degradación laboral y económica que padecen los profesionales. A este respecto, Gervasio Sánchez acaba de publicar un texto esclarecedor e ilustrativo.
Y termino con una anécdota personal que… no es más que eso: una anécdota, pero que ¡mira tú por dónde!, viene como anillo al dedo para retratar a doña Victoria Prego, actual presidenta de la APM. Hace muchos años, ¡muchos!, cuando existía la Hoja del Lunes de Madrid todavía, publiqué en ella un reportaje sobre los estragos que estaba haciendo la heroína en las clases acomodadas madrileñas. Era uno de los primeros reportajes que se hacían sobre el tema que, supongo, debido a lo novedoso y a la cantidad de datos que daba, llamó la atención de la periodista Prego, a la sazón presentadora (no recuerdo si directora también) del informativo de mediodía en Radio Nacional de España. Una de las piezas del informativo de aquel lunes fue “el fusilamiento” de mi reportaje sin que en ningún momento citase la fuente. Encendí la radio al llegar a casa y allí estaba ella contando como propia la información que extraía de mi trabajo. Quizá esta anécdota sirva para que entendamos mejor ese comunicado parcial, que hurta información, mientras niega la voz a una de las partes implicadas.

Un comentario Añade el tuyo
  1. Siempre me alegra saber de ti y ver que sigues ahí, donde siempre has estado. Comparto absolutamente tu texto. En Iniciativa Sevilla Abierta te echamos de menos y esperamos alguna vez tu visita. Un abrazo

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