¡Mono, que eres un mono!

Amparado en el anonimato, un tipo vulgar e imbécil, vamos, un energúmeno, vocea “¡mono!, ¡mono!, ¡mono!” y dos, tres…, una docena, una multitud le sigue y corea su grito; afortunadamente, no todos los presentes en el campo de fútbol, por supuesto.             El futbolista Vinicius, negro, pero que podía ser sólo oscuro, cobrizo o de…

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