Elogio de la España vacía (I)

Animales y plantas, el palpitar de la vida Me comen las moscas. El sapo gordo –“tanque”, lo llamábamos cuando éramos niños– hace tres días que no aparece; quizá, buscando humedad, se ha enterrado vivo. El último día que lo vi estuvimos hablando y le dije que vigilara su panza, que si seguía por ese comino…

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