Mi padre, los chinos, la capa y los calzoncillos
Mi padre rebulló, tras un breve arribalbo* a las diez de la noche, y preguntó si todavía había sol. Pero el sol, oficialmente, se había puesto cuatro horas antes; además, no lo habíamos visto en todo el día; no había parado de llover. –¡Pero… padre… que van a dar las uvas! –le dije mientras me…