Sé por experiencia quiénes somos los hombres; he cumplido ya más de seis décadas dando guerra por aquí. Hace mucho tiempo –más o menos desde que cumplí los 20 años– que empecé a reflexionar sobre quiénes somo y qué papel jugamos las mujeres y los hombres en esta sociedad. Y muy pronto comprendí que los hombres, a las mujeres, no las consideramos “personas” (recalco lo de “personas”) y sí “objetos de uso” (discúlpeseme la exageración); quiero decir objetos de uso, sí, que luego las «empleamos» como madres, hermanas, secretarias, empleadas, amantes, novias, putas…
Lo que quiero hacer ver es que si un hombre considerase a una mujer una persona igual a él en el sentido profundo del término, no se le ocurriría ponerse a cortarle con una tijera el vestido en directo, delante de una cámara de televisión. ¿Por qué? Porque antes de nada pensaría que podría ofenderla, molestarla, humillarla…
De hecho la chica se ríe, se ríe, se ríe… Pero luego, enseguida, le grita a la persona que la enfoca con la cámara “¡¡¡Deja ya de enfocarme!!!» O sea, que no estaba tan cómoda, ni le resultaba tan divertida la situación como pretendía disimular con su risa.
¡Ay, el machismo! Esa cultura que nos asola… impregnada deestereotipos masculinos hasta hacernos creer que es normal lo que no lo es.
Y seguro que el señor presentador se dejaría matar afirmando ¡que él no es machista! Pero que se lo piense… A ver qué se dice.
Y la chica que ríe y ríe y ríe y ríe… que se lo piense también.
Porque flaco favor le hace esta pareja de comunicadores al empeño que la sociedad está poniendo para erradicar una de las lacras que más nos abochornan a quienes entendemos que la humanidad la conforma una sola especie, independientemente de lo que diferencia a cada género.
gracias por tu reflexion, pudiera parecer que exageramos las mujeres y que solo es una broma humillante