¡Qué extraña paradoja!
En tiempos de la libertad más encendida, del vuelo sin fronteras, del instante para que el gesto dé la vuelta al mundo…
Aquí estamos las aves más inteligentes de la tierra encerradas en las jaulas, esperando pacientemente que el oráculo decida nuestro destino.
No me negaréis que esta guerra universal se corresponde exactamente con lo que últimamente venimos haciendo.
Nos miramos el ombligo como no lo habíamos hecho nunca, aceptamos cualquier cosa que el Poder nos ofrece -¡nos encanta el 2×1!- teníamos fútbol cada tarde, tertulias en las que se cultivaba la mentira, el chalaneo y el juego de trileros…
Pero NO teníamos médicos, ni una sanidad fiable, ni mascarillas siquiera, ni herramientas para combatir al minúsculo microbio; es decir, aparentemente fuertes y blindados con ropajes de oropel, resulta que caminábamos desnudos.