Ya sabéis –y si no lo sabéis da igual– que “Nacho”, el actual presidente y consejero delegado de Iberdrola (don Ignacio Sánchez Galán) fue algún verano amigo de mi padre… O eso creía mi padre, que se lo encontraba cada día, varias veces, entrando o saliendo de nuestra casa, cuando teníamos la concesión del teléfono público, el único que había en cinco kilómetros a la redonda. De los móviles, todavía ni se hablaba.
Nacho entonces era un joven inteligente y bien parecido que emparentó por amor con una noble familia local, propietaria de la finca La Pelejona. Aquel abolengo, sumado al propio, le impulsó, más si cabe, hacia los altares en los que habitan los dioses y los elegidos. De su carrera y sus triunfos no voy hablar hoy aquí, que para eso están las enciclopedias y, en última instancia, la Wikipedia. Pero sí me apetece hacer una reflexión sobre su presente. Eso sí, sazonada con humor y dejando su perfil más serio de sabueso financiero y gran cazador (o al menos gran aficionado a la caza) para que esos tertulianos de radio y televisión que todo lo entienden y ponderan, lo desmenucen.
Me invita a decir algo de él, como digo, esa fotografía facilitada por Iberdrola el pasado día 19, publicada en los medios de comunicación, en la que el presidente don Ignacio, (Nacho, que diría mi padre) representa, junto Boris Johnson, la famosa escena del sofá del Tenorio, como si del mismo don Juan se tratara, seduciendo a una doña Inés cualquiera, que, todo sea dicho, tiene aires de lagarterana. Escena, imagino, que, aunque tiene la misma mucho que ver con la guerra que las eléctricas mantienen con el Gobierno español, el fin que el encantador don Ignacio persigue en este encuentro es hacerle saber al procer británico que muere por sus huesos y vive por su dinero. Porque, si se observa con atención la postura que adopta, el presidente de Iberdrola parece estar a punto de saltar sobre el cuello de cisne de Boris, al tiempo que, cual Inés seducida, Johnson le sonríe dispuesto a lo que sea… Aunque el púdico Nacho solo se atreva a hacerle carantoñas. Pero, en cualquier caso, si traducimos a román paladino el juego que se traen, hagan las manitas que hagan, Iberdrola gozará de magros dividendos en la pérfida Albión como consecuencia de su esfuerzo inversor. Este es el drama. Mientras tú país, (sí, Nacho, tú país) se ve envuelto en una continua zozobra por el vendaval de precios que imponéis las empresas del sector eléctrico, usted se marcha de juerga a Gran Bretaña para contarnos que lo único que pretende es darle un puntapié en el trasero al Gobierno.
Que a mí me da igual que le dé en donde le plazca (en las partes pudendas o en el trasero) a Pedro Sánchez o al Gobierno en pleno si es lo que le apetece, faltaría más. O que le eche un pulso, como cuentan los medios de comunicación afines a usted, a estos filocomunistasbolivarianos. Está en su derecho. Y hasta puedo entender que quiera “castigar” al Ejecutivo dándole celos con la despelujada vedette de Downing Street. Pero, lo que seguramente entiende usted muy bien, aunque le dé igual, señor presidente de Iberdrola, es que, en realidad, a quien está castigando es a los españoles, es decir, a esos millones de abonados que tiene, que nos hemos creído a pies juntillas la propaganda ecologista y golosa de la empresa que preside, para que ahora descubramos cómo esa Iberdrola pintada de verde por todas partes, en lugar de invertir en nuestro país, quiere llevarse el dinero (el nuestro, el suyo y el que pille) al Reino Unido.
Pues, sabe lo que le digo, que para un viaje así no le hacen falta tantas alforjas ni anagramas ni logotipos verdes, ni que nos cuente cada día que Iberdrola es la mejor y la del corazón más noble. ¡Y un carajo! Diría mucho más a favor de usted, don Ignacio, que se reuniera con nosotros, sus abonados, que no con ese pájaro turbio y de mal agüero que es Boris. ¡Como le agradeceríamos que contribuyese, aunque fuera un poquito, a abaratar ese recibo que tantos quebraderos de cabeza le está dando a las familias y empresarios españoles!
En camibio… ¡Menudo ejemplo está dando al citarse con el atrabiliario y oscuro jefe del Gobierno británico! Dan ganas de borrarse de Iberdrola e irse a la competencia.
Sí, entendemos que el negocio es el negocio. Pero, ¡hombre!, no me dirá usted que no es un gesto feo y soberbio. ¡Con la que está cayendo en este país con el recibo de la luz! Y que usted difunda esa foto con Jonson, en plena escalada descontrolada de precios… En fin, hay que tener ganas de joder al personal… Si se me permite la expresión.
Supongo que esa reunión, como he dicho, fue para hablar de inversiones y dinero. Entiendo que usted, es decir, Iberdrola, piensa llevarse a allí lo que substrae de aquí. Con la falta que tiene este país de modernizar el sector eléctrico, desarrollando las energías renovables, por ejemplo. Luego se proclamarán a bombo y platillo que Iberdrola es una compañía patriota. ¡Ay, esas banderas, cuanta mierda nos ocultan!
Propagan las malas lenguas locales en los corrillos que se forman en los pueblos de nuestra tierra común, se comenta… que don Ignacio compra cada día una finca en el entorno y allende el Oeste de Salamanca. Si esto fuera cierto, pronto tendrá usted más tierra en las que solazarse que los herederos del duque de Alba. ¿Y para qué quiere tanto terruño si cada día pierde el amor de uno, dos, tres… convecinos? Debería saber, Nacho –mi padre se lo hubiera dicho si se lo hubiese preguntado–, que, cuando uno envejece, lo que más gratifica, incluso le hace rejuvenecer, es poder tomarse un café o un carajillo en el bar del pueblo en el que inició sus correrías de infancia mientras a golpes de fichas de dominó se desmadejan los recuerdos. Y usted, que va ya para las 72 primaveras, me temo que no va a tener tiempo de gozar de esas mieles, con tanto predio como tiene. Piénselo, pues.
Sé que el ayuntamiento de su pueblo, aquel en el que usted vino al mundo, rompió hace algún tiempo los acuerdos que tenía con Iberdrola para el suministro eléctrico; aunque no sé si esta decisión se mantiene. Supongo que sí. En cualquier caso, algo harían mal sus ejecutivos para provocar el desagrado de ese ayuntamiento que últimamente está dando tantas muestras de bien hacer. Y también sé que la ingeniería que asesoraba a los especuladores australianos de Bekerley Minera –los promotores trileros de la mina de uranio que finalmente ya no se abrirá en Retortillo si las leyes se cumplen– corría por cuenta de Iberdrola. Una actividad de la que cuentan que usted en privado manifestaba total desacuerdo… Pero el dinero es el dinero, imagino, y, una vez más, en contra de la razón, primó la destrucción (como fue arrancar varios miles de encinas centenarias) frente al beneficio que reporta cuidar el medio ambiente y, por ende, servir al bien común. ¡Y eso que Iberdrola se viste -insisto, reitero- todos los días de “verde”!
En fin, don Ignacio, que no quisiera yo distraerle más de lo necesario con estas pequeñas cosas de la vida, como es hacer frente cada mes al recibo de la luz, ni, por supuesto, robarle su impagable tiempo, más del que necesite para leer esta reflexión.
Si lee este artículo, seguro que va darse cuenta de que está muy feo irse de copas a la pérfida Albión con un personaje tan turbio, mientras a los abonados de Iberdrola, fieles como pocos, nos da con la puerta en las narices. Ya quisiéramos nosotros aparecer ahí, en ese sofá frente a usted, repantigados como el señor Johnson esbozando esa media sonrisa de arpía, que parece anunciar “a este me lo como”, mientras usted con gesto molto vivace trataría –igual que en la foto– de abrazarnos y decirnos alguna palabras de ánimo.
A nosotros, los sufridos consumidores cotizantes de Iberdrola y otras eléctricas, nos encantaría ese gesto de usted y del resto de multinacionales del sector energético. Pero no, en vez de eso, primero nos vacían los pantanos, con lo que los que somos de interior y secano nos hemos quedado sin playa y sin barquichuela que navegue… Y todo porque han gastado el agua en producir luz barata que cobran a precio de gas, que es lo más caro. ¡Y para rematar se marcha a Londres de picos pardos! Y remata enviándonos la foto del complot. ¡Qué valor!
Y eso que en Iberdrola han trabajado con eficacia la imagen creando una marca de empresa santa y verde, ecologista y defensora de causas limpias, tan loables como el deporte paralímpico o el femenino. Pero ni por esas, ¡a tomar por saco todo! Yo me voy a Londres a trapichear con mi amigo Borisy os mando la foto… Ea, used a lo suyo; como cuando entraba y salía de nuestra casa.
En fin, aquí lo dejo este cuento. Otro día, si quiere, hablamos del Gobierno y del comisario Villarejo. Por lo demás, ¡Salud! Y piense en lo que le he dicho acerca de tomarse un carajillo.
Me gustaría reenviar el artículo a algunas personas interesadas, si el autor lo permite y podría darnos una versión más concentrada del argumento. Conozco a muchos que se han dado de baja en Iberdrola (nosotros también) y sabemos que les molesta (llaman con ofertas y preguntan)
Jorge, como usted sabe, todo lo que se edita en esta Web es público. Puede usted reenviar mi artículo a quien desee. Y yo le estaré muy agradecido de que lo haga porque, modestamente, uno escribe para que le lean. Un saludo.
Fantastica, Joaquin, esta senda de tus últimos artículos!!
Muchas gracias, Joaquín, por llevarnos de la mano, con sabias palabras, al principio de realidad de determinados dirigentes mediocres de este país. Siempre afloran los vicios privados y las públicas virtudes. Gracias de nuevo. Un abrazo.
Me has recordado otro artículo tuyo sobre el Galán,ese. Muy bien Joaquín, lo importante es que lo lea.
Gracias Joaquín por tu ironía y forma de contar cómo nos engañan y nos toman.
Que lo reciba Nacho.
Joaquín aunque Nacho no lea tu » cuento » lo leemos nosotr@s. Yo creo que debe de ser triste avanzar por los años sin referencias sostenidas y amables de la infancia, aislado de los orígenes ….. Esa mirada depredadora no la desearía para mí ni para la gente que estimo ¡¡¡
Joaquín, una vez más has puesto los puntos sobre las les. Que pena que la llamada prensa sienta tanto miedo de hablar de este personaje y otros (Florentino Pérez, por ejemplo) por temor a perder publicidad o prebendas. Cuidate