A los hombres nos gusta ‘desescalar’
mientras hacemos desaparecer enfermeras

Paisaje de Sevilla. Foto./ Acuarela de Belén Cano
Paisaje de Sevilla./ Acuarela de Belén Cano

Según la Real Academia de la Lengua, ‘desescalar’ no existe; algún hombre acaba de inventarlo. Han pasado cuatro días y ya está en los titulares de todos los periódicos, en todos los boletines de noticias en la radio, en todos los telediarios. La palabra no existía, como digo… pero está en boca de todos ya. ¿Por qué? Porque la cultura masculina es como una apisonadora: no hay nada que se le ponga por delante. Lo aplasta todo; hasta el diccionario. Y si algo necesita, o alguien de ese género tiene una ocurrencia, la que sea… ¡Va y lo inventa! Luego es todo más fácil: una oleada de propaganda y ya está. Y antes de que nos hayamos dado cuenta nos lo vende como si ‘desescalar’ fuera normal; como si hubiésemos estado desescalando toda la vida.

Recuerdo cuando los hombres se acercaron a practicar la enfermería, ese noble oficio. Hasta entonces –no piensen que el hombre-enfermera es cosa de hace siglos; no, no; apenas han pasado algunas décadas de “aquello”–. Hasta entonces, les insisto, solo se hablaba de enfermeras. Las enfermeras por aquí, las enfermeras por allá… Hasta que fueron incorporándose los hombres… Y, casi sin darnos cuenta, se empezó a hablar de enfermeros. “Los enfermeros dicen, los enfermeros hacen…” Ahora, cuando los medios de comunicación se acercan a esta profesión ya no titulan, normalmente, en femenino. No. Ahora el genérico suele ser el masculino: “Los enfermeros denuncian…” ¿O no es así?

En fin, vuelvo a ‘desescalar’ para reflexionar, una vez más, sobre cómo vivimos atrapados en un mundo masculino, arbitrario e injusto con el género femenino, al que se vilipendia, por ejemplo, por pedir que los académicos de la Lengua se esfuercen para hacer un Diccionario inclusivo, por pedir que la Constitución haga otro tanto o porque una mujer proponer una palabra (o palabro, tanto da) tan simple como miembra… ¿O acaso es más normal desescalar?

Porque sepan ustedes que las personas montañeras –un servidor lo es– cuando escalamos, lo que hacemos al llegar a la cumbre… normalmente es descender. ¡Descender!

Bueno, descendíamos hasta ahora. Porque a partir de este momento ya tendremos que aprender a ¡de-ses-ca-lar! Y con cuidado, eh, no sea que vayamos a ‘descaernos’ en lugar de caernos, como sucede casi siempre cuando tropieza uno y se cae.

3 comentarios Añade el tuyo
  1. ….un abrazo…que todo os vaya bien…no puedo negar el predominio del genero femenino…en las tareas de cuidados…pero siempre hubo un excelente profesional que era el practicante…muy interesante como figura olvidada…
    …el numero de medicas era muy bajo…ahora es esplendidamente numeroso…en mi especia
    lidad mayor que el de los varones…y en especialidades insólitas,
    presuntamente, urologas, traumatologas …neurocirujanas…etc…magníficas…
    …por último, soy inclusivo, pero «desescalar» no puedo asegurar que lo haya contagiado un varón….o sí ?

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