Había titulado este artículo “La jauría no duerme ni descansa” pero hace unas horas ha saltado a los medios la siguiente información: “La Fiscalía se opone a que el Supremo investigue a Pablo Casado por su máster”. Ya sospechábamos que esto iba a ocurrir pero no por eso deja de sorprendernos. Así que, visto lo visto y que la Fiscalía ha pedido el archivo del caso del máster de Pablo Casado, me guardo mi titular para mejor ocasión y pongo el que reza aquí arriba, que encaja mucho mejor con lo que una gran parte de los españoles piensa ¿verdad?, que no es otra cosa que la realidad de este país sigue todavía atrapada en el compadreo (o chapoteando en la mierda) entre PP y PSOE, independientemente del partido que gobierne.
Todo apunta, pues, a que unos y otros se siguen haciendo favores; favores que, por supuesto, no llegan al resto de los mortales. De modo que es posible que a partir de ahora, la jauría de la que quería hablaros, deje de hozar en el lodazal de la Universidad, de la política y de los plagios, dando por bueno lo que cada uno de todos esos políticos mediocres que tenemos ha acumulado en su curriculum a base de regalías y prebendas con la aquiescencia de los gurús que controlan la Casta.
Ahora el dilema lo tiene la jueza que investiga a tres compañeras de máster de Casado y que por las indagaciones que ha hecho se desprende que pudiera haber culpabilidad en su comportamiento. Si estas fueran encausadas –¡la Fiscalía de Madrid, ay, no lo quiera…!– ¿qué diría entonces el propio Casado? ¿Qué hay dos varas de medir: una para él y otra para los españolitos de a pie? No, no permitirá la justicia independiente que esto suceda y, como le dijo don Quijote a Sancho, “cosas veredes, hermano” (o algo así), nosotros vamos a ver que aquí no pasó nada y que el presidente del PP y otro buen puñado de españoles tendrán un currículum lustroso, lleno de carreras y másteres, mientras otros y otras –ay, doña Cristina Cifuentes, ¿pero cómo se dejó usted liar?– han de conformarse con salir por la puerta de atrás como apestados de la política.
Hasta hace unas horas a Pablo Casado el cónclave de obispos “iba absolverle de toda culpa”, pensábamos muchos, mientras que a Pedro Sánchez, y en general a todo aquel que ocupa responsabilidades de poder y se dice“de izquierdas”, la jauría le escrutaría hasta encontrarle algún pelo en el traje o alguna jugarreta intencionada en su carnet de identidad con la intención de mostrar pedigrí. Pero ya verán que esto cambia de un día para otro…
Hoy por mí, mañana por ti; así es la vida, ¡qué carajo!
¿Y así ha sido siempre…? Pues sí.
Entonces, ¿este país nunca tendrá arreglo?
Un poquito más de ecuanimidad no vendría mal. No bastan adjetivos calificativos; entendemos que eso es oficio de literatos, pero cuando se pasa a hacer crítica no basta; hay que analizar argumentos y hechos.
A ver: el Supremo acaba de dar por buenos los argumenos de la fiscalía. Y decide que no hay elementos suficientes como para presumir un delito. Esa es la realidad. ¿Que se puede no estar de acuerdo y criticarlo? desde luego que sí. Pero hacerlo implica analizar y rebatir argumentos jurídicos, no basta con lanzar simplemente calificativos.
En cuanto al acoso a Pedro Sánchez, hay que reconocer que los hechos y los indicios son serios: una tesis llena de «copy-paste» sin dar referencias, sorprendentemente coincidente con un libro hecho en colaboración, en una universidad privada (en quien defiende la enseñanza pública) con un tribunal de colaboradores…. en fin, que huele que apesta. Y además, mintiendo en el Parlamento; eso es impepinable. Y encima ahora sale la Ministra también mintiendo en el Parlamento y protagonizando unas conversaciones de vergüenza ajena. Y el Ministro astronauta mintiendo también (esta vez ante la prensa, por lo menos no era en el Parlamento)
Pare evitar suspicacias: soy de los que vieron también incidios más que suficientes de latrocinio y corrupción en el PP de Rajoy. Los jueces lo confirmaron, y yo me alegro muchísimo de que recibieran su merecido castigo.
Por eso, no trago que se acepte el veredicto de los jueces cuando nos conviene y no se acepte cuando no nos conviente. Los corruptos, falsarios y mentirosos deben salir de la vida pública, sean del signo y del partido que sean.