Una pausa en la batalla

Mientras llega el resto de la mudanza que salió de Tánger a primeros de julio (anda por Zaragoza, creo) subo, bajo, abro cajas… y escucho campanas. “¡Pues a mí las campanas me gustan!”, oigo decir a mi espalda. “Toma, y a mí. Y también el canto del muecín, que parece que reza un responso mientras…

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