La guerra de mi tío Benino

Tendría ocho años, no más, cuando llegó el mes de junio y con él la liberación de ir a la escuela por las tardes. Don Gabriel nos despedía al mediodía. ¡Qué alegría! ¡Podría irme a segar con mi tío! “Ten cuidado hijo, no vayas a verter la comida. Procura que no se ladeen las alforjas….

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