8. Pekín, en el hábitat del camaleón

El avión se eleva entre relámpagos y truenos, dando bandazos, zarandeado por el viento, y nosotros, pesarosos aún por no habernos quedado algún día más en Mongolia, lamentamos la precipitación y la inoportuna tormenta. Podríamos estar ahora recibiendo al sol en la estepa, observando el despuntar del alba a la puerta de una yurta… Pero…

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